El itinerario detallado puede verse al final de la
entrada. Fueron 253 Km y 5.000 metros de desnivel.
Sabía
que acabaría de noche pero, joder, no contaba con estar tres horas bajo las
estrellas.
Claro
que el día fue de los complicados.
Es
más fácil acceder a la comida que a la ropa de abrigo así que cargué la mochila
con mucha tela y poco alimento. Pero la cosa se fue torciendo pues muchos bares
los encontré cerrados, son las cosas del invierno, y fui bastantes kilómetros
con la reserva, pedaleando a un ritmo lamentable.
Después
la variación en las temperaturas hizo que tuviese que parar, mil doscientas
cincuenta y nueve veces, o más, a ponerme y quitarme ropa, y así dilapidé la paciencia
y el tiempo.
¡Y
el viento!, que volvió a aparecer, y baste con decir que fue uno de esos días
donde uno lo tiene en contra todo el santo día, y no me pregunten como es esto
posible.
Pero
quedó un buen entrenamiento y lo acabé contento porque, en los momentos más
duros, mis piernas y mi cabeza respondieron, y no hice aguas.
El
cicloturismo es un deporte fácil porque lo único que hay que hacer es aguantar.
Cerca
de Lees Athas, donde comienza el exigente Col de Bouezou.
Bastante
nieve.
Col
de Lie, el breve. 2,5 Km al 8% de pendiente media.
El
Col de Soudet, desde Arette, salva 1.200 metros de desnivel en 21 Km con seis
kilómetros por encima del 9% de desnivel. Es un puerto bastante duro.
El
León de Larrau y mi bicicleta.
Col
de Bagargui. Siempre se me ha dado bien este puerto pero pené más de la cuenta
porque empezaba a estar hambriento y como arriba llegué tarde la tienda la
encontré cerrada.
Descenso
hacia Mendive.
Improvisé
indagando el Col de Gamia. Modesto aunque, como todavía no había comido, se me
hizo duro y pesado.
Col
de Osquich. En la cima hay un bar pero estaba cerrado. Fuera de la época
estival estas cosicas pasan. Menos
mal que Mauleón quedaba ya cerca, y allí sí di cuenta de un buen bocadillo.
Atardeciendo
en Tardets.
En
Arette se hizo la noche.
Todavía me quedaban 47 kilómetros de suave, aunque continua, subida.
Rodar
de noche tiene algo especial que lo hace muy recomendable. A destacar, en este
caso, los sonidos del agua, del río, que de día pasan desapercibidos.
Mi
bicicleta.
La
nieve compañera en el arcén.
Mapas indicativos de la ruta: