martes, 7 de mayo de 2013

Crónica de la II Marcha Cicloturista Rompepiernas


La prueba se realizó el pasado sábado en Sos del Rey Católico (Zaragoza) y constó de 174 Km y unos 2.700 metros de desnivel.

Aviso que no encontraran aquí descripciones sobre ataques, tiras y aflojas, sufrimiento y afán de superación porque sepan ustedes que un servidor llegó fundido al día de la prueba.

Los excesos del sábado anterior (306 Km) y, sobre todo, del miércoles (260 Km) intercalados entre días de labor no me permitieron, ni tan siquiera al inicio, ninguna alegría.

No es la típica excusa y para que me crean reconozco que si hubiese llegado en perfecto estado de revista en vez del 162 habría terminado, nada más y nada menos que el 158.

Además les digo que como excusa oficial (todo participante tiene una) utilicé una tragedia dental, y es que el día anterior se me saltó un empaste (verdad) por lo que no pude ni cenar ni desayunar (mentira) y qué mal se rinde con el estómago vacío. Algún día veremos una pantalla acoplada al maillot que sirva para comunicar a los demás participantes las durísimas circunstancias personales previas al día de la prueba (catarros, horas extras de madrugada, dolores musculares, lesiones, indigestiones, averías mecánicas de todo pelaje, etc) y que explican un rendimiento por debajo de lo esperado.

Pero haré el esfuerzo de escribir una crónica como agradecimiento a los organizadores y voluntarios que hacen posible este magnífico evento y porque la prueba bien merece unas líneas.

Lo primero fue colocar el dorsal teniendo que lidiar con mi sobrehumana torpeza. Siempre me digo a mi mismo que al año que viene me traeré cinta aislante para evitar perforar mil veces mi maillot con esos imperdibles. Esta vez, tras media hora metido a carnicero, comprobé que mi dorsal había quedado en diagonal y me vi en la triste tesitura de volver a operar, más que nada por no parecer un excéntrico, una especie de Pato Clavet del cicloturismo. Uno tiene su orgullo.

Me alegré cuando vi que el chip (para medir los tiempos) venía con una pulsera de velcro, no como el año pasado donde tuve que preguntar cómo coño se anudaba eso en el tobillo, “es como la pulsera del metro” me dijo un compañero, ah, vale, respondí, justo antes de buscar a otro humano que me contestase de una forma comprensible.

En la salida las paranoias adquieren todo el protagonismo. Esta vez se compensaron las unas con las otras, pues se me metió en la cabeza que la rueda de atrás estaba excesivamente hinchada y la de adelante excesivamente deshinchada. Ya ven que esto lo solventé de maravilla.

Sobre la carrera decir que en el primer puerto me encontré fatal y me vi abocado a ir al tran tran ya a las primeras de cambio. Por suerte tras el descenso pude enrolarme en un pelotón muy numeroso y viajar allí de polizón, soy alérgico a dar relevos, hasta las inmediaciones de Biota (Km 100 de la marcha) donde me descolgué. Fue una bonita sensación, volver a rodar en soledad y con tranquilidad, sin tener que estar atento a los cambios de ritmo y, sobre todo, sin tener que retorcerme. Miré el cuenta kilómetros y haciendo un simple cálculo me di cuenta de que llevaba una velocidad media de 34 Km/h y que, por lo tanto, podría llegar al final de la prueba superando los 30 Km/h, así que me quedé con ese objetivo.

En el último puerto tuve un ramalazo de orgullo y me dije, “si aprietas podrás llegar en menos de 5 horas y 40 minutos, ¿por qué no fuerzas un poco?, ¿no has hecho ya el zángano bastante rato?”, pero aquellas ínfulas me duraron cien metros y después vuelta a la calma, hay que guardar fuerzas para la última rampa, no vaya a ser que me dé un calambre en el último esfuerzo y las carcajadas del espiquer retumben en toda la línea de meta.

Al final, 5 horas 42 minutos y una velocidad media de 31 Km/h. Los primeros realizaron la prueba en 4 horas y 55 minutos.

En cuanto a la prueba destacar la magnífica organización, el nivel de los participantes, la exigencia y belleza del recorrido, los abundantes avituallamientos y todo lo demás, la verdad es una prueba de diez, lo tiene todo. Y destacar también el concierto de la noche, espectacular.

Al año que viene ya me he prometido tomarme de descanso el 1 de mayo para poder llegar bien a esta cita .

4 comentarios:

  1. Magnífica crónica, qué pena no haber podido ir por la puñetera lesión. ¿Qué tal fue el nuevo recorrido, mejor que el original? Un saludo!

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  2. Gracias.
    Mejor el recorrido inicial al ser más variado pero tal y como está la carretera entre Sos y Urriés la organización hizo lo correcto. Digamos que el recorrido original es un 9,5 y el de este año un 9. El 10 sería añadir al recorrido de este año el bucle Navardún- Cuatro Caminos- Undués de Lerda al final de la prueba, cuando ya no hay grandes grupos y los baches ya no entrañan peligro.
    Un saludo.

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  3. Coincido con el señor Andrés; la crónica está muy bien. Lo de la pantalla exhibe-excusas-y-lamentos sería todo un éxito de ventas; voy a ver si le doy una vuelta al asunto y, con tu permiso, me saco unos euros con el invento. Por cierto, a mí me ocurre con cierta frecuencia lo de la paranoia esa con la presión de las ruedas; a veces inflo y desinflo varias veces como un imbecil, y al final creo que las dejo igual que como estaban. Lo del imperdible, qué me vas a contar, si la Irati del año pasado llevaba el dorsal todo torcido y arrugado, y se me acabó desprendiendo por tres de las cuatro esquinas. Un saludo.

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  4. Gracias.
    Tiene usted permiso para desarrollar la idea de la pantalla exhibe-excusas-y-lamentos aunque confío en que tenga el detalle de regalarme la primera unidad fabricada.
    Lo de los imperdibles es de traca. Menos mal que a las primeras cicloturistas tuve la decencia de llevarme a mi madre para solventar esta tarea.
    Un saludo.

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